domingo, 23 de abril de 2023

EL HOMBRE ES "CAPAZ" DE DIOS.



 EL DESEO DE DIOS.

    El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar:  La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios.  El Hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su creador.

    De múltiples maneras, en su historia, y hasta el día de hoy, los hombres  han expresado su búsqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos (oraciones, sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). A pesar de las ambigüedades que pueden entrañar, estas formas de expresión son tan universales que se pueden llamar al hombre un ser religioso: El creó, de un sólo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra y determinó con exactitud el tiempo y los limites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que buscasen a Dios, para ver si a tientas le buscaban y le hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros; pues en él vivimos, nos movemos y existimos (Hch 17, 26-28).

    Pero esta "unión íntima y vital con Dios" puede ser olvidada, desconocida e incluso rechazada explicita-mente por el hombre. Tales actitudes pueden tener orígenes muy diversos: la rebelión contra el mal en el mundo y de las riquezas, el mal ejemplo de los creyentes, las corrientes de pensamiento hostiles a la religión y finalmente esa actitud del hombre pecador que, por miedo, se oculta de Dios y huye ante su llamada.

    "Se alegre el corazón de los que buscan a Dios" (Sal 105, 3). Si el hombre puede olvidar o rechazar a Dios, no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para  que viva y encuentre la dicha. Pero esta búsqueda exige del hombre  todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, "un corazón recto", y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios.

    Tú eres grande, Señor y muy digno de alabanza: grande es tu poder, y tu sabiduría no tiene medida.  Y el hombre, pequeña parte de tu creación, pretende alabarte, precisamente el hombre que, revestido de su condición mortal, lleva en sí el testimonio de su pecado y el testimonio de que tú resiste a los soberbios. A pesar de todo, el hombre, pequeña parte de tu creación, quiere alabarte. Tú mismo le incitas a ello, haciendo que encuentre sus delicias en tu alabanza, porque nos han hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti.

CIC N° 27 - 30.   

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