jueves, 12 de agosto de 2010

MIS OJOS ESTÁN PUESTO EN TI

A ti clamo, Señor, ¡ven pronto!

¡escucha mi voz cuando te invoco!

Sea mi oración como incienso en tu presencia,

y mis manos levantadas, como ofrenda de la tarde.


Señor, ponle a mi boca un guardián;

vigilame cuando yo abra los labios.

Aleja mi pensamiento de la maldad;

no me dejes andar en malas acciones

ni tomar parte en banquetes de malhechores.


Es un favor que el hombre honrado me castigue,

un perfume delicado que me reprenda.

Tales cosas no rechazaré;

a pesar de sus golpes, seguré orando.

Los jefes de los malvados serán despeñados,

y verán que mis palabras eran agradables.

Sus huesos serán esparcidos junto al sepulcro,

como cuando se abren surcos en la tierra.


Señor, Señor, mis ojos están puestos en ti.

En ti busco protección: no me abandones.

Líbrame de la trampa que me han puesto;

líbrame de la trampa de los malhechores.

Que caigan los malvados en su propia red,

mientras yo sigo adelante.

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