domingo, 7 de febrero de 2010

CONTINUACION DE FE EN ALGO...

Lo mismo que centrarse en el espacio
visual y vital humano
- ojo que ven,
corazon que siente -
es lo que incapacita al
hombre para el acto de fe.


Miguel de Unamuno lo expresó así en su salmo I
Señor, ?Por qué no existes? ¿Dónde te escondes?
Te buscamos, y te hurtas; te llamamos, y callas;
te queremos,
y Tú, Señor, no quieres decir:
¡vedme, mis hijos!
Una señal, Señor, una tan sólo, una que acabe con todos los
ateos de la tierra una que dé sentido
a esta sombría vida que arrastramos.
¿Qué hay más allá, Señor, de nuestra vida?
Si Tú, Señor, existes, ¡di por qué y
para qué, di tu sentido! ¡Di por qué todo!
¿No pudo bien no haber habido nada,
ni Tú, ni mundo?
Di el porqué del porqué, ¡Dios de silencio!

Esta inquietud se agudiza en nuestros días.
Nuestros mayores nacieron
y crecieron en
un ambiente de seguridad religiosa.

Ellos heredaron lo invisible - Dios - lo mismo
que heredaron su apellido.
La fe era para ellos,
en aquella su iglesia de las seguridades,

algo consubstacial y connatural.
Pero, cuando en el cristianismo fueron abriéndose grietas,
cuando se admitieron formas y métodos distintos
y hasta contradictorios - pluralismo, - cuando nació
la Iglesia de las Inseguridades..., la duda cundió,
el confusionismo se hizo norma, la fe fue más dificil.
ese fenómeno venia ya incubandose de unos siglos
atrás por influjo del historicismo y del tecnicismo.

No hay comentarios:

Cohélet Hijo de David, excelente tú sabiduría

Eclesiastés 1, 1-18 Palabras de Cohélet, hijo de David, rey en Jerusalén. ¡Vanidad de vanidades! - dice Cohélet -, ¡vanidad de vanidades, to...