viernes, 6 de marzo de 2009

EL MAESTRO SABIO


Él era un maestro comprometido y estricto, conocido también por sus discípulos como un hombre justo y comprensivo. Al terminar la clase de fin de año, mientras el maestro organizaba unos documentos encima de su escritorio, se le acercó unos de sus discipulos y en forma desafiante le dijo:

Maestro, lo que me alegra de haber terminado la clase, es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de ver su cara aburrida.

El discípulo estaba erguido, con semblante arrogate, en espera de que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado.

El maestro miró al discípulo por un instante y en forma muy tranquila le preguntó:

¿Cuándo alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes?

El discípulo quedó desconcertado por la calidez de la respuesta.
Por supuesto que no. Contestó de nuevo, en tono despectivo, el muchacho.

Bueno prosiguió el maestro cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo "algo". En tu caso, es una emoción de rabia y rencor, que puedo decidir NO aceptar.

No entiendo a que se refiere dijó el discípulo confundido.

Muy sencillo. replicó el maestro. Tú me estás ofreciendo rabia y desprecio y si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo. Y yo, mi amigo en verdad, prefiero obsequiarme mi propiedad serenidad.

¡Muchacho! concluyó el maestro en tono gentil La vida nos da la LIBERTAD de amargarnos o de ser felices. "Tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa. Yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón, pero de mí depende lo que yo cargo en el mío. Cada día, en todo momento, tú puedes escoger qué emociones o sentimientos quieres poner dentro de ti, y lo que elijas, lo tendrás hasta que decidas cambiarlo, porque es tan grande la LIBERTAD que nos da la vida... que hasta tenemos la opción de amargarnos o de ser felices, y mirando a los ojos al joven discípulo le dijo:

Te deseo primero que ames, y que amando, también seas amado. Y que, de no ser así seas breve en olvidar y que después de olvidar, no guardes rencores. Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas ser sin desesperar.

Te deseo también que tengas amigos, y que, incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles, y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar.

Y porque la vida es así , te deseo también que tengas enemigos. Ni muchos ni pocos, en la medida exacta, para que, algunas veces, te cuestiones tus propias certezas. Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo, para que no te sientas demasiado seguro.

Te deseo además que seas útil, más no insustituible. Y que en los momentos malos, cuando no quede más nada, esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.

Igualmente, te deseo que seas tolerante; no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con los que se eqivocan mucho e irrremediablemente y que haciendo buen uso de esa tolerancia sirvas de ejemplo a otros.

Te que siendo joven no madures demasiado de prisa, y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer, y que siendo viejo no te dediques al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor y es necesario dedejar que influyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste. No todo el año, sino apenas un día. Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena, que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras, con urgencia máxima, por encima y a pesar de todo, que existen, y que te rodean, seres oprimidos, tratados con injusticia y personas infelices.

Te deseo que acarices un gato, alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal, porque de esta manera, te sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla, por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento, para que descubras de cuántas vidas está hecho un árbol.

Te deseo además, que tengas dinero, porque es necesario ser práctico. Y que por lo menos una vez por año pongas algo de ese dinero frente a ti y digas: "Esto es mio", solo para que quede claro quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno de tus afectos muera, pero si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que tengas una buena compañía, mañna y al día siguiente, y que cuando estén exhaustos y sonrientes, hablen sobre amor para recomenzar.

Si todas estas cosas llegaran a pasar, no tengo más nada que desarte.

Nunca olvides que el Amor no es un mero sentimiento sino una decisión. Tú decides amar y sobre todo que el Amor es una persona.

El discípulo con lágrimas en su rostro, pies temblorosos y corazón agitado, se acercó a su maestro y le dijo: "Gracias, Maestro, esta es la mejor clase que usted me ha dado, perdone mi arrogancia y altanería... usted acaba de cambiar mi vida; soló deseo que su vida siga recibiendo en plenitud los dulces frutos de las semillas que ha sembrado en nosotros".

"Queridos, si Dios así nos ha amado, debemos también nosotros amarnos mutuamente" (1 Juan 4, 11)


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