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Dios y defensor mio,
¡contéstame cuando te llame!
Tú, que en mi angustia me diste alivio.
¡ten compasión de mí y escucha mi oración!
Ustedes, que se creen grandes señores,
¿hasta cuándo ofenderán mi honor?
¿hasta cuándo desearán y buscarán
lo que no tiene sentido,
lo que solo es falsedad?
Sepan que el Señor prefiere al
hombre que el es fiel;
sepan que el Señor me escucha cuando lo llamo.
¡Tiemblen y no pequen más!
Ya acostados, y en silencio,
examinen su propia conciencia;
ofrezcan sacrificios sinceros
y confien en el Señor.
Muchos dicen:"¿Quién nos mostrará la dicha?"
¡Señor, miranos con buenos ojos!
Tú has puesto en mi corazón más alegría
que en quienes tienen trigo y vino en abundancia.
Yo me acuesto tranquilo y me duermo en seguida
pues tú, Señor, me haces vivir confiado.
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