jueves, 12 de agosto de 2010

MIS OJOS ESTÁN PUESTO EN TI

A ti clamo, Señor, ¡ven pronto!

¡escucha mi voz cuando te invoco!

Sea mi oración como incienso en tu presencia,

y mis manos levantadas, como ofrenda de la tarde.


Señor, ponle a mi boca un guardián;

vigilame cuando yo abra los labios.

Aleja mi pensamiento de la maldad;

no me dejes andar en malas acciones

ni tomar parte en banquetes de malhechores.


Es un favor que el hombre honrado me castigue,

un perfume delicado que me reprenda.

Tales cosas no rechazaré;

a pesar de sus golpes, seguré orando.

Los jefes de los malvados serán despeñados,

y verán que mis palabras eran agradables.

Sus huesos serán esparcidos junto al sepulcro,

como cuando se abren surcos en la tierra.


Señor, Señor, mis ojos están puestos en ti.

En ti busco protección: no me abandones.

Líbrame de la trampa que me han puesto;

líbrame de la trampa de los malhechores.

Que caigan los malvados en su propia red,

mientras yo sigo adelante.

PLENA CONFIANZA EN EL SEÑOR


Dios y defensor mio,

¡contéstame cuando te llame!

Tú, que en mi angustia me diste alivio.

¡ten compasión de mí y escucha mi oración!

Ustedes, que se creen grandes señores,

¿hasta cuándo ofenderán mi honor?

¿hasta cuándo desearán y buscarán

lo que no tiene sentido,

lo que solo es falsedad?

Sepan que el Señor prefiere al

hombre que el es fiel;

sepan que el Señor me escucha cuando lo llamo.

¡Tiemblen y no pequen más!

Ya acostados, y en silencio,

examinen su propia conciencia;

ofrezcan sacrificios sinceros

y confien en el Señor.

Muchos dicen:"¿Quién nos mostrará la dicha?"

¡Señor, miranos con buenos ojos!

Tú has puesto en mi corazón más alegría

que en quienes tienen trigo y vino en abundancia.

Yo me acuesto tranquilo y me duermo en seguida

pues tú, Señor, me haces vivir confiado.

Cohélet Hijo de David, excelente tú sabiduría

Eclesiastés 1, 1-18 Palabras de Cohélet, hijo de David, rey en Jerusalén. ¡Vanidad de vanidades! - dice Cohélet -, ¡vanidad de vanidades, to...